Carguemos contra la disidencia sexual

Por fabi tron, para Mucho Palo Noticias

Dos chicas de menos de 18 años, se desconoce su identidad, fueron demoradas por estar besándose en la vía pública, el pasado sábado 22 de octubre, en horas de la tarde en la mítica Plaza Colón, ubicada en el emblemático barrio Alberdi de la capital cordobeza.

Según lo que se conoció por las redes sociales la policía declaró que el motivo de la detención se debió a “actos obscenos en la vía pública”, alegando que en la plaza hay cámaras y que su comportamiento estaba fuera de la “ética ciudadana”.

Finalmente, como las jóvenes eran de menos de 18 años fueron liberadas luego de un interrogatorio “plagado de prejuicios”, según se menciona en la nota firmada por Paola Toselli para La Izquierda Diario, único medio que levantó la información.

Asimismo, la organización Putos Peronista Córdoba, publicó en su muro en fb, que “cuando compañeros de la organización fueron a reclamar y pedir por la pareja, fueron amenazados también ellos de ser arrestados”. Motivo por el cual, esta organización y la Comisión organizadora de la Marcha del Orgullo, están convocando a una besada masiva para el próximo domingo 30 de octubre a las 17 horas, frente a la Central de Policía, que curiosamente está en el mismo barrio donde ocurrió la detención.

Hasta aquí la información “cruda” que en los últimos 3 días hemos podido recabar.

Ni Código de Faltas ni Código de Convivencia

El procedimiento policial fue posible gracias a la implementación del nuevo Código de Convivencia que rige a partir del 1 de abril de este año. En este nuevo cuerpo normativo, se incorpora la figura de “tocamientos indecorosos” (art. 53) que no estaba en el viejo código de faltas. La nueva ley además contiene otras conductas descriptas de forma vaga y ambigua tales como conducta sospechosa (art. 70) y ebriedad escandalosa (art. 82).

La utilización de un lenguaje vago y ambiguo lejos de ser un error de técnica legislativa, tiene la intención política de otorgar aún más poder a la ya temible policía cordobeza, pues seguirá siendo ella quién decida, en primera instancia, cuándo una conducta configura o no contravención.

La aprobación de esta figura de “tocamientos indecorosos”, claramente está dirigida al control y disciplinamiento de putos, tortas y trabas o de todo otr* sujet* que ejerza prácticas eróticas por fuera de las establecidas por la norma heterosexual hegemónica, resulta obvio que el acto de besarse en una plaza ejercido por una pareja heterosexual, nunca sería considerado indecoroso u obsceno para la fuerza pública, mucho menos en la plaza colón que ha sido inspiradora de innumerables canciones de amor romántico que forman parte del folclore cordobés.

Representa una contraofensiva sexual de la derecha a nuestro entender producto de la reacción frente a la salida del armario masiva que se produjo luego de la aprobación de la ley de matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, que sin duda son leídas como una liberalización sexual para la moral burguesa judeo-cristiana. Son conocidas las declaraciones del papa Francisco en relación al matrimonio igualitario. Esa moral que impone un sistema de valores sexuales en el cual la sexualidad “buena”, “normal”, “natural” sería idealmente la heterosexual marital, monógama, reproductiva y no comercial en parejas establecidas dentro de la misma franja generacional y dentro del hogar.

Contraofensiva que apunta a equilibrar la balanza de fuerzas ya que esta nueva figura de “tocamientos indecorosos” le da al estado una herramienta para incluir dentro de la larga lista de “vicios” y conductas delictivas, las conductas sexuales. Dirán ustedes -delito leve, es una contravención. Si pero es un delito al final de cuentas y le otorga poder al Estado sobre nuestros cuerpos, sobre nuestro deseo y sobre nuestra libertad.

Una de las justificaciones que seguramente tendrá mucho eco en amplios sectores sociales para que esta figura de “tocamiento indecoroso” siga siendo utilizada por la fuerza pública es “la defensa de los niñ*s*. Es*s a quiénes hay que proteger de ansiedades culturales y pánicos morales. Por eso no es casual que la primera acción de la que tenemos noticia haya sido ejercida sobre pibas de menos de 18 años de edad.

¿Qué es lo que se pone en juego?

Que la sociedad cordobesa tiene un altísimo grado de homo-lesbo-transfobia, no es novedad, las tortas, putos y trabas lo sabemos sobradamente porque la experimentamos en nuestros cuerpos todos los días, aunque algun*s más que otr*s. Que la homo-lesbo transfobia, es el mecanismo de control que tiene la heterosexualidad obligatoria para imponer sus condiciones, tampoco es novedad, pero por si hiciera falta basta recordar el reciente ataque homofóbico al joven de la juventud del PTS Gonzalo Valverde, o los asesinatos de la Pepa Gaitán y Laura Moyano, como expresiones máximas de esa violencia. Hasta ahora la vigilancia, el control y la sanción tal como lo pretende el sistema, eran ejercidos por otr*s “ciudadan*s”. Lo distinto de este hecho y lo que lo convierte en motivo de preocupación y de alerta es el uso del control por parte de los mecanismos represivos del Estado, y que el Estado cordobés, tiene la herramienta legal para llevarlo a la práctica. Y la tiene porque se la dimos en bandeja. Me parece importante reconocer que esto se debe a que gran parte del activismo LGTTB o de la disidencia sexual no se involucró lo suficiente en el debate durante el tratamiento del nuevo código, o no supo disputar adecuadamente. Que la aprobación de esta figura representa un retroceso para tod*s nosotr*s y que tenemos una gran lección que aprender de este proceso.

La re-instalación que se viene haciendo desde los medios masivos de comunicación, sobre todo luego del pasado 31 ENM y la movilización del Ni una Menos del imaginario social de la lesbiana “agresiva por naturaleza”, “la marica agresiva y resentida” (Salta radio AM 840, ) nos estaría indicando que estamos en un escenario que parecería decir, los mecanismos de control y disciplinamiento desplegados por la institución de la heterosexualidad obligatoria, que se instrumentan a través de la homo-lesbo-tranfobia social, no son suficientes, es necesario intensificar los controles y eso solo se puede hacer criminalizando las conductas sexuales, que se ejercen por fuera la norma. Todo parecería indicar que no estamos frente a un hecho aislado, sino que la policía cordobesa a sido adoctrinada en los meses siguientes desde la sanción del nuevo código hasta su implementación para la ejecución de esta estrategia de control.

Frente a la violencia de Estado ejercida sistemáticamente por los gobiernos de De La Sota y Schiaretti, las brutales represiones hacia los sectores más vulnerables de la sociedad cordobeza, especialmente los jóven*s por parte de su brazo armado, la policía, que a cobrado decenas de vidas y que dieron origen a ese maravilloso ejemplo de organización, resistencia y lucha popular que son las marchas de la gorra, cuya décima edición se celebrará en pocos días.

Frente a las políticas de ajuste impuestas desde el cambio de gobierno a nivel nacional, y el avance del neoliberalismo económico que entre otras cosas nos encuentro con mayor precarización laboral, despidos masivos, incremento de la pobreza y la indigencia, etc, etc, etc, esta noticia podría parecer insignificante, casi banal o frívola, pero es precisamente en épocas como éstas, donde, (como señala Gayle Rubin en su ensayo “Reflexionando sobre el sexo…” ) es más probable que la gente se vuelva peligrosamente desquiciada en lo referente a la sexualidad”.

Según Rubin “las disputas sobre la conducta sexual se convierten a menudo en instrumentos para desplazar las ansiedades sociales y descargar la intensidad emocional concomitante a ellas”, es otras palabras, es necesario encontrar chivos expiatorios y los prejuicios sociales que pesan sobre las minorías sexuales, o la disidencia sexo-genérica les convierte en sujet*s moralmente indefendibles, en términos de moral burguesa y en blancos fácilmente controlables. Por eso la opresión que recae sobre el sexo debe tratarse con especial interés en épocas de fuerte tensión social. El conflicto sexual más importante y de consecuencias más graves es los que Jeffrey Weeks ha denominado “pánico moral”. Pánico moral para hablar de los temores acumulados en torno a la seguridad y la moralidad: este tipo de pánico tiende a reunir movimientos sociales a gran escala en torno a ansiedades generadas por cuestiones sexuales. Cuando se usa como fundamento de políticas sociales actúa perversamente, al aumentar el número de personas investigadas y sancionadas y al centrar la punición en “barrios conflictivos”, sectores pobres, minorías étnicas y raciales e inmigrantes.

Sintetizando, la criminalización de conductas inocuas, como la detención de estás dos pibas, la obscenidad, el uso de drogas para fines recreativos, o andar alcoholizado por la calle, es posible porque se presentan como amenazas a la salud, a la seguridad, a las mujeres a los nin*s, a la familia, etc. “se han construido grandes y poderosos edificios en base a tales fantasmas. Generalmente el pánico moral viene precedido por una intensificad búsqueda de semejantes chivos expiatorios” señala Rubin. Entrender como funciona el mecanismo del pánico moral me pareció que podía ser un aporte importante para entender lo que está pasando.

Que la detención de estas pibas se convierta en un hecho aislado o que siente las bases para la criminalización de conductas sexuales no hegemónicas dependerá de cómo nos organicemos para esta lucha. En este sentido la besada masiva convocada por algunas organizaciones es un buen indicio.

El modelo económico que pretende imponer el gobierno actual y los sistemas de poder que establecen relaciones de subordinación de género y sexo no se sostienen sino con represión, y todo indica que se agudizará. El poder real sabe lo que quiere y lo toma sin ningún tipo de condicionamiento moral o ético, arrasa, saquea, mata. Frente a este panorama La Marcha del Orgullo LGTTB y la Marcha de la Gorra, serán dos oportunidades para expresar nuestro descontento, enojo, reclamos, reivindicaciones etc. No desconozco su importancia pero creo que es hora de asumir que no es suficiente.

La revolución que soñamos no será si antes no repensamos colectivamente los términos de esa revolución. Creo que es necesario encontrarnos, desprendernos de ortodoxias rígidas y de falsos discursos de unidad, en pos de una unidad verdadera, debatir, analizar y poner en práctica nuevas estrategias de lucha y no solo de resistencia. Ir al encuentro de, y establecer redes y alianzas con todos los sectores excluidos y oprimidos por clase, por género por sexo y digo esto sin ninguna certeza inmersa en sentimientos contradictorios, por un lado impotencia, desilusión y frustración y por otro la alegría del encuentro con muchos jóvenes militantes que contagian alegría, esperanza y entusiasmo… De una de ellas me llegó esta cita, que elijo para cerrar este análisis: «Yo solía pensar que los gestos más anti-capitalistas que se podían hacer tenían que ver con amor, particularmente la poesía de amor: escribir un poema de amor y dárselo a la persona que deseas me parecía una resistencia radical. Ahora veo que me equivocaba. La protesta más anti-capitalista que se puede hacer es cuidar de otra persona y cuidar de ti misma. Enfrentar la práctica históricamente feminizada (y por lo tanto invisible) de asistir, nutrir, cuidar y preocuparse. Tomarnos en serio en cuanto a nuestras vulnerabilidades, fragilidades y precariedades, y apoyarlo, honrarlo, respetarlo, empoderarlo. Protegernos mutuamente, promulgar y practicar comunidad. Una hermandad radical, una sociedad interdependiente, una política de cuidado.» Johanna Hedva.

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