Gabriela Sanso es la mamá de Rodrigo Sánchez, que cuando tenía 16 años fue fusilado por el policía Lucas Gastón Carranza el 19 de septiembre de 2019. Pasaron 4 años de lucha, de dolor, de encuentros con otras madres. Entrevistamos a esta guerrera que junto a otras repite sin cesar que salir a las calles es no sólo por justicia para sus hijxs sino también por “los que nos quedan”.
Se cumplen 4 años del fusilamiento de Rodrigo y la lucha continúa. ¿Cómo te encuentran estos 4 años, a vos, a tu familia y a las compañeras con las que caminas esta lucha?
Bueno ya son 4 años sin mi hijo y aunque no quiera es como si hubiera pasado hoy, son 4 años de una ausencia que nada ni nadie llena, es un volver a empezar porque los malos recuerdos vienen a mi mente sin querer.
Tener que enfrentar esta fecha, donde marcó mi vida para siempre hasta el día que me muera, para mi un aniversario va a ser como el primer día. Veo a mi hijo tirado en el suelo muerto, rodeado de policías, haciendo y deshaciendo con su cuerpo. Eso duele. Recaigo porque soy humana, pero vuelvo a levantarme porque tengo que estar más fuerte que nunca para poder llegar al final de esto y poder decir lo logre, con piedras en el camino, pero lo logre.
En mi familia nada volvió a ser igual. Desde que falleció Rodrigo todas nuestras vidas cambiaron, aunque seguimos de pie como se puede.
Con mis compañeras de lucha nos une el dolor, la sed de justicia y nos encontramos hoy unidas más fuerte y reforzando lazos con otras familias de otras provincias y ciudades para no sólo salir por los pibes que nos quitaron si no también por los que nos quedan.
¿En qué situación está la causa actualmente?
La causa actualmente en estos 4 años, después de dos intentos de sobreseimiento al policía Lucas Gastón Carranza, en el cual los dos juzgados de control fallaron a nuestro favor, está en instancias de resolución: o bien intentan otra vez sobreseer al policía o de una vez por todas la elevan a juicio, que es lo que estoy buscando ya hace 4 años.
¿Cuál sentís que es el escenario actual, hay más casos de gatillo fácil o la organización y la lucha ayudan a las familias que padecen la pérdida de un familiar, a acercarse a los espacios y a denunciar más, a no sentirse solos?
El escenario actual para mí está peor que en el año 2015. La situación es desesperante. En los sectores populares los casos de gatillo fácil han aumentado abismalmente, cada 21 horas matan a un pibe o una piba en un barrio vulnerable. Claramente nos criminalizan por ser pobres por protestar, y persiguen nuestra lucha, no sólo recibimos hostigamiento y persecución del gobierno de turno y el Estado, también de la misma policía, a la cual denunciamos. Estamos siendo reprimidos por una institución policial avalada por la ministra Patricia Bullrich y del mismo presidente Mauricio Macri, el cual recibió en su despacho al policía Chocobar y lo premió después de asesinar a Pablo Kucok. Me trajo recuerdos cuando el ex jefe de policía Suárez premio a Lucas Gastón Carranza tres días después por haber asesinado a mi hijo.
La organización y la lucha claro que ayudan porque nos empoderamos, porque nos conocemos, nos ayudamos, porque sabemos que no estamos solas y seguiremos en las calles gritando basta de gatillo fácil y desapariciones en democracia, y basta de torturas en cárcel y comisarías, porque somos personas, porque tenemos derechos y queremos que se cumplan.
Un deseo y un recuerdo, ¿cuál?
Un deseo y bueno qué más desearía que tener a mi hijo, pero no se puede, por eso lo que deseo en verdad es poder sanar mi corazón, es poder respirar sin dolor, es poder seguir viviendo y aprender a hacerlo sin mi hijo, solo con los más bellos recuerdos. También podría desear lo peor para Lucas Carranza, pero sé que él ya está condenado por la justicia divina, se que el va a pagar con creces lo que le hizo a mi hijo. Nadie se va de este mundo sin pagar sus malos y perversos actos.
Un recuerdo: jamás voy a olvidarme de su último “buenas noches”. Tengo en mi mente su cara apoyada al marco de la puerta diciéndome “buenas noches má”, en ese momento fue la última vez que escuché la voz de mi mi hijo.
