El 17 de octubre se sumaron 300 miembros de Gendarmería a las fuerzas de seguridad provincial. En un acto presidido por la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, y el Gobernador de la Provincia de Córdoba Juan Schiaretti presentaron el Comando Unificado Córdoba integrado por la Gendarmería Nacional, Policía Federal, Policía de Seguridad Aeroportuaria, Policía de Córdoba y Fuerza Provincial Antinarcotráfico.
Durante el acto la ministra declaró que el despliegue de Gendarmería en las calles cordobesas era un “refuerzo que está dentro de un proyecto de trabajo en que nos involucramos mucho en la frontera contra las bandas de narcotráfico y también en las grandes ciudades en donde intenta establecerse la comercialización y en donde más homicidios hay por narcotráfico”.
A partir de esa presentación la presencia de Gendarmería aumentó, ya que los controles venían sucediendo en conflictos o momentos específicos sobre rutas nacionales. La última semana, la cotidianeidad de lxs vecinxs del norte de la ciudad de Córdoba se vió alterada por controles de Gendarmería tanto vehiculares, en calles e incluso en colectivos urbanos, donde se solicitaba, sin ninguna explicación, que se mostraran las pertenencias, abrieran bolsos, y brindaran documentación identificatoria.
“¿Qué busca Gendarmería? ¿Qué un gran narcotraficante suba al colectivo y tenga encima toneladas de droga? ¿Qué un homicida en vez de tener el DNI tenga un cuchillo ensangrentado con el que acaba de asesinar?” expresó en una nota de opinión para La Nueva Mañana, el abogado Lucas Crisafulli(*), quien ha sido crítico desde el momento número uno en que Gendarmería comenzó a inundar la provincia un año atrás cuando el tema estuvo en agenda por el pedido de los intendentes de las Sierras Chicas de la presencia de Gendarmería.
Del imaginario de “más seguridad” a la realidad del control social
El tema ha repercutido en las redes, la radio y la tv, se hacen virales los reclamos y videos de controles de Gendarmería, en colectivos, en las calles. Incluso, medios de comunicación y programas de opinión, que siempre acompañaron la doctrina de más policías han mencionado el tema con bastante incomodidad. La incomodidad de las personas que pasaron del reclamo, y de la sensación de inseguridad, a una dura realidad que hoy se hace carne: una fuerza de defensa nacional en las calles.
La gente anda diciendo
“Yo venía pasando por el Neonatal y sobre la Cardeñosa antes del hospital vi un control, era gendarmería, había unos 4 gendarmes con cascos y armas largas, le estaban pidiendo aparentemente la documentación. Metros más adelante me los crucé: eran una señora y un niño, fue un poco intimidante ver eso. Si bien tengo lamentablemente naturalizado los controles de la Policía de Córdoba, pero ya ver Gendarmería con cascos y escopetas no sabía si era algo particular, y después un poco más adelante había una combi de Gendarmería parada: La verdad que me da bronca, impotencia, impunidad. Esta bien que soy joven pero nunca lo había visto, no lo podía creer”, testimonió una de las víctima.
“Me muestra la mochila y los elementos por favor señora”, infiere un gendarme, masculino, y la imagen de un video que se viralizó rápidamente, era un control en un colectivo de la línea 22, subieron, , uniformados masculinos requisaron las carteras a las mujeres aunque la ley exige que sean femeninas. Quien filma le muestra sus pertenencias pero en paralelo consulta en base a qué o qué ley o decreto están subiendo al colectivo. No hubo respuesta clara: “en base a la ley nacional”. “¿Cuál?” pregunta la mujer. “A la ley nacional”… “pero que numero”…. “En base a la ley nacional número 19349”, se logra escuchar mientras el gendarme de espalda responde con muy pocas ganas.
“Voy todas las mañanas de Despeñaderos a Córdoba Capital y casi diariamente Gendarmería sube a controlar a los pasajeros con perro. Una vez el perro me olfateo de más y me dió miedo”, relata otro testimonio.
Y siguen, “La gendarmería me detuvo en Río Ceballos, volvía a mi casa era de noche, me pidió documentos, me revisaron, nunca me había pasado, fue terrible, intimidante, no es lo mismo”.
“Si me da miedo un ladrón armado, imaginate un gendarme armado en la calle”
“Soy abuela, tengo un nieto de 15 años, no está acostumbrado a que gendarmería suba al colectivo y revise, y si se asusta y sale corriendo, gendarmería le va a disparar”
Relatos, mensajes en las radios, audios que circulan por whatsapp, conversaciones en la fila del supermercado, parece que el dicho “hay que tener cuidado con lo que se desea” está presente hoy en la sociedad cordobesa, que está vivenciando el significado de lo simbólico del control social, ya no a través de una naturalizada y poco creíble, pero no menos peligrosa Policía, a la de una Gendarmería mucho más capaz de avasallar los derechos de la intimidad y la dignidad humana. La misma Gendarmería señalada por la desaparición y asesinato de santiago Maldonado hace sólo un año, luego de la represión contra la comunidad Mapuche de Pu Lof.
Los números y la política de Estado
“Los números de Córdoba son bastantes positivos; en homicidios está un poquito debajo de la media nacional. La verdad que eso es un número bueno, en este momento de 2018 estamos midiendo solamente dos índices: homicidios y robos, pero seguimos a la baja en Córdoba que ayuda mucho al porcentaje nacional”, de esta manera Bullrich expresaba la justificación de la medida en la presentación de esta nueva fuerza comando. Para la ministra Córdoba es un número que permite mejorar el porcentaje nacional de muertes y robos. Nada se dice sobre el aumento de la pobreza – producto de la propia política y responsabilidad del ajuste de Cambiemos- que lleva a miles de jóvenes en los barrios a servir de manos de obra barata al narcotráfico cuando el mercado laboral, crisis mediante, los expulsa sistemáticamente cada vez mas.
Solo un porcentaje para bajar la media nacional y datos falsos como el posteo en Twitter de la ministra Bullrich indicando el secuestro de 2 valijas de droga, que contenían una cantidad capaz de abastecer a “45000 personas”, son los datos que justifican esta nueva política de Estado, tal como en el mismo acto de presentación expresó el Ministro de Gobierno Carlos Massei: “Los 300 gendarmes en Córdoba significan mucho porque con esto estamos ratificando una política de Estado”, o sea la política de la represión y el control social avasallando los derechos y garantías constitucionales de lxs ciudadanxs.
Cuando la línea es difusa las certezas son necesarias
Alfonso Mosquera el Ministro de Seguridad de la Provincia de Córdoba respaldó el accionar de Gendarmería en una entrevista realizada por el programa de radio “Mira quien habla”. En la misma entrevista y en respuesta de las insistentes preguntas de los periodistas al respecto de lo que puede y no puede hacer Gendarmería, el ministro aceptó que no es obligación de las personas transitar con DNI, como tampoco es obligación mostrar sus pertenencias a una fuerza de seguridad, sin una orden judicial. Sin embargo fue “hábil” al aclarar que eso será “siempre y cuando no haya ninguna presunción delictiva”, presunción que queda en manos de los uniformados que realizaban la requisa, en ese momento obrando de juez y parte.
El mensaje es claro, la lección previa al fin de año, y que los controles sean en barrios de la periferia de la ciudad, en un ambiente caldeado de fin de año, con ajuste, desempleo y aumento de la pobreza: si hay levantamiento popular, la respuesta va a ser militar, no policial.
Así como un tubo de ensayo en un laboratorio social, prueba y error el Estado, nacional y provincial, miden el termómetro de la gente, con una fuerza sin competencia para manejar el “delito menor” pero con mucho respaldo político para sembrar terror.
*Abogado, docente y Coordinador del Núcleo de Estudios e Intervención en Seguridad Democrática (NEISeD) de la FFyH-UNC.