A un año de la finalización del juicio que condenó a Cadena Perpetua a los policías Rubén Leiva y Lucas Chávez por el fusilamiento de Güere Pellico.

Fueron 39 días entre ese comienzo abrupto y el abrazo de felicidad entre quienes esperábamos la sentencia.

Fueron 28 meses entre su asesinato y el día de la sentencia que su mamá dictaminó: -“ahora mi hijo descansa en paz”-.

Fueron sólo 5 días de felicidad y revancha (por una vez la revancha de lxs de abajo era posible!) hasta que otro caso de Gatillo Fácil inundó Cortaderos. El 1° de Enero de 2017 la policía Caro Carla Gisella fusiló a Raúl Ledesma y 20 días después José Juncos fue fusilado en el mismo Barrio. Ambos asesinos estaban de Civil.

Además de cifras que hablan por sí mismas, el juicio fue la instancia que dejó en claro mucho de lo que ya sabíamos pero cuando nos atraviesa el cuerpo, se hace carne.

Que estamos frente a un Poder Judicial elitista y discriminador, que vallaba los tribunales cuando nos manisfestábamos exigiendo justicia afuera y protegía a los asesinos que estaban en el banquillo.

Que las complicidades dentro de las Fuerzas de Seguridad intentan justificar y silenciar a los asesinos. Ahora esperamos el juicio a Walter René Ferreyra, superior inmediato de Leiva y Chávez por el fusilamiento de Christopher Andrés Carreras.

Que el aparato represivo despliega todas sus estrategias, por más evidentes que sean para, a través de mentiras, inventar un enfrentamiento.

Que la justicia ‘de justa’ tiene poco, que la meritocracia llegó hasta adentro de tribunales y hay que demostrar el buen pibe que eras para que el fusilamiento sea un delito.

Un año después seguimos convencidxs que ésta condena fue posible gracias a la organización y la lucha de familiares, amigxs y muchas organizaciones.

INFINITAS GRACIAS

Que hoy, y cada vez más, La Salida es Colectiva.