“No creo que esos de traje hayan robado”

De esta manera caracterizó y se erigió como juez y parte el colectivero de la Línea 66, mientras señalaba quién sí y quien no debía ser revisadx, en la tarde de hoy, en la puerta de la Comisaría 6ta de barrio General Paz.

Un pasajero, media hora antes le había mencionado que le habían robado el celular, y aseguraba que eran lxs que venían en el colectivo, en su mayoría mujeres y niñxs de Barranca Yaco, de la Federación de Organizaciones de Base. El chofer justiciero no dudó y partió rumbo a la dependencia policial para encontrar al culpable.

Al llegar a la puerta de la comisaría, primero retuvieron a lxs pasajerxs dentro del ómnibus, mediante un cordón policial de uniformados y autos, luego llegó la persona «a cargo del operativo”, quien se presentó como la fiscal Mercedes Linares -ayudante de fiscal- pero que a los fines del procedimiento, daba lo mismo para todo el atropello de derechos.

Primero bajaron a los varones, sin distinción de edad, pero sí de vestimenta y profesión. Comenzaron a revisar “voluntariamente”, según la funcionaria, a partir de la discriminación que hacía el chofer, a ojo de buen cubero: “Este sí, este no, el de traje no creo”, pero todxs lxs que iban al barrio fueron retenidxs dentro de la comisaría sin dudar.

Incluso estudiantes que salían del establecimiento educativo cercano al edificio fueron ingresadxs para tomar sus datos. La orden era darles a «elegir» entre una revisación voluntaria o dejar los datos a los oficiales de policía, como lo explicó la ayudante de fiscal Linares. A los de traje y a los abogados no se les revisó, incluso se les permitió retirarse sin control alguno, ni obligados a dejar sus datos.

Posterior a esto, y como no se hallaba el celular “extraviado”, se les pidió a las mujeres de la Federación de Organizaciones de Base que mostraran sus pertenencias, en un acto discriminatorio y violento, en medio de la vereda. Como respuesta -y en un claro acto de resistencia y hartazgo frente a un accionar institucional y represivo, cotidiano para quienes viven en los barrios carenciados de nuestra ciudad- las mujeres abrieron sus bolsos y desplegaron el “arsenal” dentro de ellos: fideos, arroz, latas de conservas y otros alimentos.

Finamente el celular nunca apareció, ni se sabe con exactitud dónde fue visto por última vez, pero el dedo señalador rápidamente dedujo: “si hay gente pobre en el colectivo, seguro son chorxs, seguro lo robaron acá”. Así, construyendo el estigma, desde el pasajero enojado, el chofer justiciero, la policía prepotente y la ayudante de fiscal que violó los derechos y garantías básicos de las personas que viajan camino a sus casas, terminó la tediosa odisea; el resultado: todxs lxs pasajerxs de traje y quien denunció el extravío de su celular se retiraron de la comisaría, el colectivo arrancó -mal que le pese a quien le pese- hacia el barrio, con las compañeras de la Federación de Organizaciones de Base cantando, reclamando, resistiendo a tanta impunidad señaladora, fascista y burguesa. Un día más, en las vidas de las personas de los barrios marginales de Córdoba.

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