El martes 27 de Junio el Tribunal Oral Criminal Nº 16 (TOC16) de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires integrado por lxs jueces Maria Bértola, Gustavo González Ferrari e Inés Cantisani decidió absolver, reintegrar a la fuerza e indemnizar al policía Santiago Veyga que asesinó a Jonathan “kiki” Lezcano y Ezequiel Blanco el 8 de julio de 2009. La versión de la defensa, fue que estaban robando y en ocasión de un enfrentamiento resultaron muertos. Nada de eso se probó.
El abogado querellante Matías Busso pidió prisión perpetua y negó cualquier tipo de enfrentamiento, además las pericias fueron claras respecto a que los disparos no fueron de frente y que el tirador apoyó el arma sobre la cabeza y los ejecutó.
Por su parte la fiscal del Ministerio Público Ana Helena Díaz Cano, en su alegato solicitó 9 años de prisión e inhabilitación funcional mientras dure la condena, argumentando exceso en la legítima defensa, señalando que “eligió matar” porque bien pudo disparar a otra parte del cuerpo.
Ayer en conferencia de prensa emitida en vivo por la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) Busso adelantó que interpondrán recurso de casación porque a pesar de la indignación que les dejó el juicio al menos se produjo prueba. La fiscal se comprometió en acompañar la apelación y dijo que hubo muchas irregularidades en el procedimiento. El 4 de julio se conocerán los fundamentos.
En el juicio se conoció que Veyga luego que asesinó a ambos llamó a su hermano para que le ayude y que este operaba en la comisaría 52 de la Federal “casualmente” la que receptó la denuncia por desaparición hecha por la familia. Si el hermano sabía todo ¿por qué desaparecieron los cuerpos? Kiki fue llevado a la morgue para identificarlo y luego enterrado en el cementerio de la Chacarita como un NN. Su mamá Angélica Urquiza se enteró dos meses después y lxs hermanxs hicieron hasta lo imposible para recuperar el cuerpo. La familia de Blanco fue notificada recién al mes.
El cinismo policial
Un día un legislador les acercó a lxs familiares un video que circulaba entre la fuerza policial y con eso pudieron reabrir el caso. Ese día los policías con un celular grabaron un video morboso jugando con el cuerpo ensangrentado de Kiki. El dialogo y las imágenes lo dicen todo, “¿Qué pasa putito?, ¿Qué pasa putito?, hacelo arrancar, hacelo arrancar, la concha de tu madre”, decía uno que filmaba el cuerpo de Kiki agonizando frente al volante de un auto. La fiscal sostuvo que Santiago Veyga y su hermano estuvieron en esa filmación. “Pedile una ambulancia … por las dudas”, lo torturaba otro en tono burlesco. Ya en la testimonial cuando les preguntaron a policías si sabían si alguien había filmado un video, dijeron que no. No aportaron ningún dato. Durante el juicio no lo exhibieron porque no querían causar pena a la familia pero como dijo Angélica esa fue una excusa perfecta para evitar que se conociera en público el cinismo del policía. Esa misma lógica de invisibilizar del Juzgado, quedó manifiesta cuando el abogado Busso interrogaba sobre cosas que estaban en los expedientes a los fines de darlas a conocer en forma “oral y pública” – de ahí el tipo de juicio – pero chocaba con los fervientes “no ha lugar”, o “es sobreabundante”, de la jueza. Así los presentes en la sala, incluida la poca prensa permitida, no se enterarían nunca y no podrían reconstruir una versión por cuenta propia de los hechos. La única versión que el Tribunal tomó como valedera fue la del testimonio de Veyga.
Disciplinemos con escarmiento
Luego de dos sobreseimientos, por fin la Casación les había concedido a lxs familiares, la tan ansiada posibilidad de un juicio “Oral y Público” pero con el tiempo se dieron con una Justicia que los maltrató e intentó humillarlos durante el proceso. Familiares y organizaciones que decidieron acercarse a acompañar el pedido de justicia de Angélica Urquiza, fueron intimados a desistir. Para la jueza – que al segundo día de audiencia, libró el oficio a la policía para un despliegue de película- una olla popular, una intervención artística, una radio abierta, una concentración pacífica de acompañamiento en el dolor son “actos antidemocráticos y no propios del Estado de Derecho”. Pero además la jueza se contradijo porque en un principio el acompañamiento tampoco se permitió libremente dentro de la Sala en las audiencias.
Antidemocrático fue – un hecho, solo con precedentes en la época de la dictadura- que se haya privado el libre acceso de la prensa, no se permitieron sacar fotos y se violentó a quienes lo hacían. Se levantó la voz sin necesidad alguna contra lxs familiares en cada ingreso y egreso solo para disciplinarlxs con el escarmiento. Pero ellxs por miedo a que les priven el ingreso masticaron la bronca y siguieron. Se callaron porque son de la clase social estigmatizada, esa que no le dejan hablar tan alto por los lujosos pasillos de Tribunales si quiere que se le respeten algunos derechos. No les quedaba otra que confiar en una justicia que sabían les podía fallar. Porque ya lo había hecho antes, cuando un Juez Federal de la Pampa que conocía el paradero de los pibes no les aviso y les privó velar a sus hijos. Dos meses después lxs familiares dieron con el cuerpo pero ese mismo día Veyga era sobreseído por el juez Facundo Cubas. Masticaron la bronca y siguieron. Incluso dotaron al imputado de un chaleco antibala, lo retiraban a escondidas, y colocaron en Tribunales un policía a Angélica para controlar cómo se movía. Tenían miedo.
Durante las audiencias soportaron al imputado reírse, los defensores bostezando o mascando chicles. Pero incólumes remasticaron la bronca y siguieron pacientes. Tenían a metros al asesino de sus hijos, permanecieron en silencio, respetuosos siempre. Angélica contó que mientras ellxs estaban como 8 horas en Tribunales, la jueza se pedía el café con crema y los sanguchitos y hasta una vez que se descompuso, se hicieron lxs desentendidxs. Nunca fueron tratadxs como las víctimas.
Un legislador les hizo llegar a lxs familiares el macabro video y ahí lograron reabrir el juicio. Logran el juicio, aguantan, mascan la bronca en la sala, sufren pero aguantan, porque saben que luego de esta injusticia están caídxs pero no están vencidxs. Ellxs serán cientxs nosotrxs todo el resto.
La última palabra: “Muchas gracias”
El espacio colaborativo de comunicación del juicio «Justicia pór Kiki Lezcano» el día previo había recibido cierta información que ésta vez Veyga iba a ser condenado. Sin embargo el último día cuando éste hizo uso de la palabra, sorprendió con una declaración escueta. Miro al Tribunal y dijo: “muchas gracias”. A pesar de haber asistido a todas las audiencias, no estuvo presente en la lectura del fallo que terminó absolviéndolo de toda culpa. A los hechos nos remitimos.