El 12 de mayo se dio a conocer la medida dictaminada por el Juez Federal N°3, Miguel Vaca Narvaja de «no innovar» por considerar que el edificio debe preservarse en resguardo de prueba para investigaciones en curso sobre casos de violaciones a los Derechos Humanos.
Dicha medida no solo deja en suspenso la construcción del parque sino que también posibilita la no alteración de elementos probatorios de gran valor que son sustanciales para la violación de Derechos no solo aplicados en el terrorismo de Estado de 1970 sino también en los diversos casos que ocurrieron en estos últimos años.
La política represiva se impregna una vez más en la acción de desmoronar paredes que formaron parte de historias pasadas e historias presentes. Volvemos al cinismo de este gobierno que ha llegado a transformar las cárceles en “espacios verdes y recreativos” derrumbando historias e identidades. El cinismo ha llegado con intensiones de instalar centros comerciales en lugares en donde hasta hace dos meses que funcionaba el penal, se violaban los Derechos Humanos. El “Paseo del Buen Pastor” es un claro ejemplo de esta política, espacio donde funcionaba una cárcel para mujeres durante la última dictadura militar, en la misma se ocultaba documentación sobre la expropiación de los bebes en último Golpe de Estado. Esta Cárcel tuvo su transformación entre bares y aguas danzantes sin dejar de esta forma las huellas de su funcionamiento y de la importancia que tiene el edificio para la construcción de un presente con memoria.
En este sentido las fechas no dejan de marcar historia, antes de ayer se dictaminó el suspenso de la construcción de un parque y ayer 13 de mayo se cumplieron dos años del supuesto “suicidio” de Iván Rivadero.
Iván Rivadero un joven de 23 años le gustaba el rap, reggaetón, y el cuarteto de Ulises Bueno; en su intimidad escribía canciones con forma de poema, y que el fin de semana iba a la cancha a “alentar a su gloriosa pasión”, Instituto. Instituto. Un 13 de mayo del 2013, aparecía “suicidado” en su celda del pabellón 12 con el borde de un buzo en el penal de San Martín.
Ante la entrega del cuerpo, la familia se puso observar golpes, quemaduras y puntazos en el pecho y en la espalda. En el camino de pedido de justicia, la familia comenzó a desplegar distintas estrategias para llegar a una certeza de lo que le había sucedido a Iván, en este camino Fernanda, la hermana y su mamá en un acto de valentía, fotografiaron el cuerpo de Iván, una vez entregado por la morgue judicial. Las fotos tomadas revelaron mucho más que un suicidio, había evidentes marcas de golpes, quebraduras en sus hombros, moretones inexplicables en sus dedos, y en su torso, pero lo mas alarmante son dos de arma blanca en la espalda y uno en el pecho, que coinciden con las manchas de sangre que tenía su ropa, al momento de su deceso y que fueron entregadas a su madre. Estas imágenes fueron pruebas que trazaron un camino del pedido de justicia por Iván junto a sus familiares, amigxs y Organizaciones Sociales y de Derechos Humanos.
Los suicidios en las cárceles y comisarías no dejan de repetirse de manera similar cada caso, como si fuera un protocolo de actuación en estas instituciones para ocultar la falta de cuidado y garantías de derechos de las personas que se encuentran privadas de su libertad.
No quedan dudas que la medida de conservar el Penal San Martín garantizaría las pruebas a los distintos episodios que se desarrollaron tanto históricas como actuales, pero sobre todo, la medida de conservar el edificio aun sin funcionar nos compromete a la lucha con quienes fueron víctimas de violaciones de Derechos Humanos en mano del Estado.