Por: Alexis Oliva / Quien escribió este texto es uno los últimos hombres que habitarán la centenaria cárcel de barrio San Martín, antes de que sea transformada en todavía no sabemos qué. Lo más probable, un buen negocio.
Benito Riesco es un sobreviviente del grupo de presos que intentó evadirse en un camión durante el cruento motín del 10 de febrero de 2005. En represalia, aquella noche fue golpeado y torturado por la policía. Luego, a su condena de dieciocho años de prisión por un homicidio se sumaron otros siete por la tentativa de fuga. En 2008, fue trasladado a la prisión de máxima seguridad de Cruz del Eje y en 2010 devuelto a la de San Martín. Hoy aguarda un nuevo traslado a Bower, aquella cárcel que conoció con apenas 19 años.
Benito Riesco es escultor y escritor. Del otro lado del espejo – De Bower al motín, se titula el libro que escribió con su entonces pareja, Liliana Quinteros Contursi, y publicó Narvaja Editor en 2007, como parte de una trilogía que algún día terminará de salir a la luz.
En su agenda 2012, la escuela Alegría Ahora publicó un conjunto de textos sobre el terrorismo de Estado, escritos el año anterior por internos de San Martín estudiantes del Programa Universitario en la Cárcel, en un taller organizado por docentes de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba. Como parte de esa actividad, los integrantes del taller de serigrafía Dos Conjuros imprimieron las imágenes de los 29 presos políticos de esa cárcel asesinados por la dictadura.
En vísperas del 39 aniversario del golpe de Estado, cuando en la penitenciaría de los fusilados del 76 vuelven a tensarse los músculos y apretarse los dientes para afrontar las vicisitudes de un nuevo traslado, vale la pena recordar este escrito.
Deseo
Por Benito Riesco
El golpe se anunciaba y consensuaba tempranamente. La codicia y el temor a los ideales comunistas, la necesidad del saqueo y la privatización de los recursos, la influencia y la presión yanquis.
En contexto: la guerra fría, denominación que acentúa el páinico y la especulación. La palabra coartada, impresa en molde de conciencia hueca, servil y profundamente liberal y positivista.
1976 y los fusilados: la Marta, la Tati, mi tía y los amigos de mi viejo… Un poco después, el mundial de fútbol. La guerra declarada contra gran Bretaña, el fracaso de la racionalidad y la imposición de una lógica darwiniana en el orden social. La planificación estructural de un estado-nación «progresista» y gobernado decididamente por las bestias más salvajes, sostenido desde el anonimato y la complicidad.
Es cierto que jamás podría postular la corrupción del poder, de modo alguno; el poder pertenece al pueblo y nunca podrá corromperse. Aunque hay instancias donde la corrupción se torna poderosa y brutal. Donde, aunque nos pese, la transformación espiritual de la sociedad se ve interrumpida por un instante de resignación, y entonces: los dioses guardan silencio y el hombre se vuelve primitivo.
En ese tiempo, lo que supimos entender a posterior y aun hoy, algunos no entendemos, será tal vez el hecho mismo de un golpe. La Argentina había sufrido varios. En este último fue intervenida la totalidad de las instituciones y hasta el pensamiento de la población.
El paralelismo, el mal menor, la dualidad existencial y el ojo de Horus; la boca sellada bajo la tierra y el cielo infinito, sobre un mutismo todavía más inmenso y el instante eterno, donde se confunden con la muerte todos los sueños y el amor más humano, la forma precisa de la belleza ancestral.
Y todo el dolor acumulado en principio por decisión imperial, para entregárselo al pueblo a modo de transición a la democracia, independencia y soberanía popular, legitimando el derecho a la propiedad privada y a una redistribución de los ingresos lineal y objetiva, como todo el pensamiento capitalista.
Parece que poner en marcha el “Proceso de reorganización nacional” les hubiese otorgado el estatus de patriotas, a cada uno de ellos y a cada uno de sus siervos.
Cuando mencionamos el golpe cívico militar del 24 de marzo de 1976, hablamos de un acontecimiento histórico muy triste, absurdo en algún sentido y terriblemente certero en cuanto a su finalidad y ejecución. Llevando adelante políticas de pura devastación, sometimiento al régimen y finalmente, el exterminio y destrucción total del pensamiento crítico.
La última dictadura fue un producto elaborado cuidadosamente y no una reacción casual, de algunos conservadores dispuestos a destruir las concepciones del socialismo moderno.

Para ellos, era mejor atacar antes de que nacieran aquellos grandes líderes combativos: tomar por asalto la realidad misma. Evitar así el surgimiento de los hombres libres, ávidos de entendimiento, dignos e insobornables; seres facultados para la imposible tarea de concientizar a las masas latinoamericanas.
1930/43/55/62/66 y bueno: 1976. 24 de marzo de mil novecientos setenta y seis. En el siglo pasado, la Argentina fue minada por dictaduras. Latinoamérica fue golpeada ferozmente, en respuesta a la lucha inagotable de los pueblos de la región, para desarticular un modelo de esclavitud impuesto por distintas potencias mundiales.
Hoy nos encontramos aquí, simplemente para recordar. ¿Reminiscencias? Muchas, ¡muchísimas!
Enarbolando la bandera de Argentina y erigiendo el estandarte de los derechos humanos como signos distintivos de nuestra constitución existencial, y el valor sagrado de la identidad que adquieren, únicamente, los pueblos libres… decimos: ¡NUNCA, NUNCA MÁS!