¿Un nieto recuperado? ¡un Hijo recuperado!

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Por: José J. Haidar Martínez * – Hijo en Lucha / Agrupación Montoneros Córdoba

Emoción, sí.
Fue y es intensísima y desbordante la emoción de escuchar a personas, hombres y mujeres expresando estos movilizadores, regocijantes, intensos e inciertos momentos de encuentro con alguien que creías perdido.
Imagino: el abrazo sincero, anhelado, sorpresivo debe ser de lo más placentero en ese momento.

Y sí, emociona… por proyección.
Pues sería lindo.
Y, me sincero, duró esa sensación en mí. Esa esperanza de reencuentro… hasta los 15 años probablemente, de ir por la calle, o abrir la puerta de tu casa, o cruzar sin previo aviso una cara que pudiera conectarse, en angulosidades, pómulos y dimensiones con el rostro de esos seres queridos que lucharon hasta el final.
Familiares, que, «montonereando» eligieron ponerle el cuerpo al castigo del Poder; por osar cuestionarlo, enfrentarlo, sacudirlo, pretender derrumbarlo.

Sí, sería un lindo momento encontrar a un familiar perdido.
Por suerte, con la semilla de aquellxs ejemplos de lucha, que fueron nuestros padres, madres, tíxs y compañerxs, es mucho más fácil. Sin dudas, ha sido mucho más simple encontrar hijos/nietos; antes que padres, tíos y compañeros.

Pero, duele.
Sí, comienza con una molestia, se vuelve una incomodidad y termina doliendo.

Duele. Me duele, encontrarnos recordando con emoción, dolor, orgullo un hecho apenas familiar. Apenas psicológico.
Pues, para ser sinceros: todo esto de los desaparecidos, los niños apropiados, madres, abuelas, hijos. Es sólo la consecuencia de una lucha. De una pretendida Revolución Socialista, de un Hombre Nuevo. Sí, aquella LUCHA de los años ’70 resultó ser como una ola, potentísima, audaz, desafiante espumosa y cargada de vida que pretendía derribar el muro de la desigualdad, el individualismo, el miedo, la soberbia y la intolerancia al humilde, al diferente.

me duele, pues se huele un poquito a derrota, esta incómoda y dolorosa sensación de quedarnos en el dolor personal e individual de reencontrar un ser perdido.
me duele sentirnos en una sociedad más desigual, más indiferente, más cargada de miedos, q aquella sociedad y generación de nuestros padres y abuelos.

Duele la dificultad en la acción y el mantenimiento de nuestra dignidad. La degradación y sometimiento de aquellas masas, que 40 años antes nos animábamos a desafiar el Poder.
Aquel poder que venía por todo, que vino para robarnos y está aquí usurpándonos el presente. Nuestros derechos sociales, ambientales, colectivos. Por nuestras conquistas sociales, por las igualdades y dignidades que nuestros anteriores habían construido y defendido con uñas y dientes. Aquel Poder que vino por nuestras vidas. Con el sólo pretexto y mentira absurda de que «veníamos a sembrar el Terror». Qué mentira patética, tan básica y falsa que era asimilada por importantes sectores.
Me hace acordar tanto aquel discurso, a los pretextos Sionistas de hoy, acusando de terroristas a mis ancestros palestinos.

Incomodo sí, de dolor por momentos, de sabernos en una «democracia» de más de 3 décadas en donde los objetivos por los que lucharon nuestros padres y compañerxs no están plasmados en lo más mínimo: Independencia Política, Soberanía Económica, ¡Justicia Social!
Se me confunde todo, por un momento. Estos gobernantes (muchos q se jactan de haber sido esos militantes irreverentes), me hablan de «buena gente», «progreso», «desendeudamiento», «Seguridad» «ordenando el camino». Y se me vuelve esa sensación desagradable de incomodidad y dolor.
Pues hablamos de un pasado en donde el reparto de la riqueza era “50 y 50 entre empresarios y trabajadores». Hoy, cada vez hay menos trabajadores. Y los que hay, ni siquiera conocen o tienen la posibilidad de reivindicar sus derechos. En cuanto a algún sector se le ocurre defender su fuente laboral son tildados por medios de comunicación, políticos y poderosos como desubicados, vagos o extorsionadores. Y hablo desde policías hasta choferes de colectivo, pasando por médicos, docentes, empleados públicos.
En consecuencia, la mano de obra de los grandes negocios y producciones de hoy sufre flexibilización, incertidumbre, envenenamientos, explotación… y encima, el repudio de la sociedad por osar cuestionar el presente.
Los empresarios hoy, son los q gobiernan la justicia, la independencia y la soberanía. Y nos chantajean sostenidos por nosotros mismos. En una insólita bicicleta fija de resignación, en donde elegimos el mal menos peor.

Hufff…
No, no dejo que el dolor siga. Comprendo y respeto las lágrimas, la emoción, la conmoción mediática. Pero no es suficiente para mí. «¡Ni tantico así!» Diría el tan manoseado y mercantilizado Che.
Ni tantico así.
No me conforma, no me satisface. Por supuesto, me emociona, me da fuerzas, me renueva el aire este tipo de noticias. Pero me enoja y me pone alerta. Me pone de pie y vigorozo para decir q no es ningún triunfo esto. No es ningún objetivo cumplido.

Es una señal, un llamado de atención de mi viejo. De mis tías. De mi tío. De compañerxs a los q uno, considera Héroes. De mis abuelas que acompañaron la lucha de sus hijxs. De los que sobrevivieron, y algunxs continúan la lucha digna, inquebrantable y coherente de enfrentar y molestar al Poder, que continúa acechando vidas, usurpando dignidades, quebrantando espíritus y esperanzas.
Es una señal, esta bronca, de esas periferias urbanas de nuestro país, que están más hundidas y marginadas que nunca en estos años «ganados». Señal de esos pibes que terminan en el narco y el choreo, pues no hay ni moral, ni ética, ni humildad ni dignidad, ni educación, ni salud para «mantener tantos cuerpos incluidos».
Es una señal de este modelo que continúa excluyendo, vendiéndonos figuritas de inclusión; ofertando un país, provincias y ciudades de cartón, que encima, no son otra cosa que deuda financiera y sumisión.

Como siempre digo, y no agoto mi pulsión: Nuestros padres, tías, abuelas y compañeros no lucharon para que hoy los lloremos o nos aletarguemos en lágrimas de angustia o regocijo. Ellos ofrendaron sus vidas a un Pueblo, q se imaginaba y aceptaba Digno, Solidario, en cambio, en transformación, en REVOLUCIÓN.

Aquella ola, que estalló sobre el muro de la desigualdad y el egoísmo, dejó toda esa vida que cargaba, adherida a la pared. Como esos caracolitos o moluscos de mar y sal que construyen vida ahí donde están.
El muro, carcomido, sólo se sostiene por costumbre. Pero vibra y se conmociona en toda su superficie. Los intersticios, los vamos ocupando (desde el Pueblo, eh? No! Desde ningún Estado, ni banca senatorial, ni aparato político-mediático. Esos pareciera que se sacrificaran en pretextos y engaños para sostener ese muro).
Y así estamos. Entre algunos carcomiendo. Y otros, sosteniendo.

Y allí vuelve la ola. Parece q no avanzara. Ha tomado nueva forma, nuevas generaciones de vida la pueblan… y transformación. Nos golpeará, muy duro. Y los miedosos, los soberbios y los egoístas, pues sentirán terror y angustia. Como lo sienten cada 10 años de crisis económica, de toma de colegio o pabellón, de corte de ruta y asamblea De tirar piedras contra la Casa de Gobierno o el Congreso de la Nación.
Y habrá q agarrarse fuerte y saber que: o vas con la ola, dispuesto a derribar ese muro, y elegís transformar, cambiar, avanzar. O nos engullirá el miedo y esa angustia por seguir aferrados a la resignación.

Nuevas batallas libramos. Nuevas batallas se avecinan. No contra policías, o fondos buitres, o gobiernos de farsa, chamuyo y actuación.
No. Contra nosotrxs mismxs. Y contra nuestras propias convicciones, de vencer el miedo, la duda y la resignación. De saber que hay un horizonte más allá, si nos proponemos romper con esta farsa de progreso o “mal menor”.

Como dice Soledad, la vieja que nos parió. Hemos perdido una batalla… pero no la Guerra. Nuevas generaciones, nuevos eslabones nos sucederán. Y osarán también, enfrentarse al Poder, a la injusticia. Al miedo y la resignación.
A esta incompleta, subjetiva, representativa democracia de transnacionales, policía y seguridad. Democracia de injusticia, de negociados y desigualdad.

Con nuestras emociones y angustias. Con nuestras certezas y diferencias. Debemos nuevamente enfrentar, desafiar y dislocar al poder. Debemos construir NUESTRO poder. Uno de participación y no de representación. Uno de indignación y no de sumisión. Uno que cuestione las bases mismas del muro. Y nuestros propios cimientos.
Los intersticios están. Debemos carcomer, ese muro y no sostenerlo. Cruzar y llegar a destino. A esa playa de igualdad, dignidad y solidaridad. Construirla, poblarla con coherencia, sensatez, estudio, sabiduría, humildad y participación.

No es un nieto, es un hijo. Hijo de una luchadora que hoy no está, no porque la mataron, sino porque ELIGIÓ desafiar y enfrentar al poder, que nos impuso a sangre y fuego, un modelo de vida, sociedad y economía que hoy aceptamos resignados.

Perdono, pero nunca olvido.
Memoria, Identidad y Lucha.
La resignación no hace historia.

José J. Haidar Martínez. Montonero. Hijo en Lucha

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José Haidar es hijo de un militante revolucionario desaparecido en la dictadura militar. Su padre fue oficial Montonero, sobreviviente a la masacre de Trelew. Cuando en 1982 regresó al país para continuar luchando contra la dictadura fue secuestrado por los militares, estando aún desaparecido.

Además, dos de sus tías, hermanas de Ricardo (Adriana y Mirta) calleron en combate enfrentando al Ejercto en la Quilmes, Provincia de Buenos Aires el 27 de febrero de 1977

Reseña de HAIDAR, Ricardo René. Oficial 1°, Capitán del Ejército Montonero…

Oriundo de San Guillermo, Santa Fe, donde había nacido en 1944. Cursó sus estudios secundarios en el Liceo Militar General Belgrano. El “Turco” Haidar perteneció al Ateneo Universitario de esa ciudad capital en la Facultad de Ciencias Químicas. Se recibió de ingeniero químico en tanto trabajaba en la Biblioteca de dicha Facultad, en la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Detenido en 1971. Participa en el intento de fuga de la cárcel de máxima peligrosidad de Rawson en 1972 y es uno de los tres sobrevivientes a la “Matanza de Trelew” ocurrida el 22 de agosto del mismo año; llevada a cabo por la Marina de Guerra. Liberado por la amnistía presidencial de 1973. Secuestrado-desaparecido el 18 de diciembre de 1982 en el ocaso de la tiranía militar. Fue torturado con saña antes de su asesinato.

Su madre Mercedes en un aniversario de su cumpleaños cuando ya estaba desaparecido le escribió: “Quiero decirte también que muchas veces fui egoísta, pensando en mi dolor de madre no pensé que todo lo que hacías lo hiciste por los miles de hermanos que sufren las injusticias sociales, por los niños que carecen de casa y tienen hambre (…) Una vez te dije que Jesús al expulsar a los mercaderes del templo no lo hizo de buenas maneras sino a latigazos y puntapiés, y esta lucha de ustedes tiene mucho de parecido (…) ¿Qué ha sido de vos, que hicieron con vos los asesinos? No lo sé. Pero yo seguiré pensando que estás vivo y listo para continuar la lucha por la victoria final”.

Sus compañeros de la primera militancia sólo tienen elogios para su persona: “Era un tipo muy jovial de amplia y generosa sonrisa, excelente amigo y afecto a las costumbres del pueblo, de disfrutar con sus amigos en el café, jugando al billar o compartiendo noches en los tradicionales bailes de esa época en los clubes de Santa Fe”. A diferencia de la mayoría de los integrantes del Ateneo, que tenían una formación humanista y cristiana que luego se identificaron como peronistas, el “Turco” ya era fanáticamente peronista desde muy pibe.

Cabe acotar que en la ciudad de Villa Mercedes, San Luis, por ordenanza Nº 1362-o, del 20 de agosto de 2002, hay una calle con su nombre.

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